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Cuando mi relación de pareja acaba

Aquí os dejo un artículo que escribí para la revista Malicieux Magazine 🙂 

A menudo, cuando iniciamos una nueva relación de pareja, no lo hacemos pensando los posibles desenlaces que ésta puede tener. No nos planteamos un posible futuro sufrimiento, ni mucho menos una ruptura, puesto que en tal caso no nos tomaríamos la molestia de iniciar una relación. Los inicios, como se suele decir, son la mejor parte, en la que las emociones y la pasión están a flor de piel (aunque yo pienso que en cierto modo, está algo sobrevalorado), para luego dar paso a la estabilidad, el equilibrio, y la tranquilidad de saber que la otra persona, de alguna forma, está ahí.

Pero, ¿qué sucede cuando las cosas comienzan a ir mal? Que la pareja esté pasando por un momento de crisis no quiere decir ni mucho menos que suponga una ruptura inminente. Todas las parejas pasan por baches, etapas complicadas, en muchos casos provocadas por ciertos cambios vitales o momentos que requieren un proceso de adaptación. Esto también puede suceder cuando se trata de parejas que llevan juntos muchos años y que comenzaron su relación en la adolescencia, pues es una época que viene cargada de cambios, de madurez, de decisiones… y puede suceder, a veces, que los dos miembros de la pareja difieran en qué camino elegir o que simplemente crezcan desarrollándose por vías diferentes, que ya no coinciden con aquellas que tenían construidas juntos en épocas anteriores.

Todas las parejas pasan por baches, etapas complicadas, en muchos casos provocadas por ciertos cambios vitales o momentos que requieren un proceso de adaptaciónSin embargo, ésta se trata solo de una de las miles de posibilidades que se pueden dar. En otras ocasiones, simplemente hay personas que se dan cuenta un buen día de que quieren redireccionar su vida hacia otro rumbo diferente, en el que no se incluye la figura de la pareja actual. Puede suceder también que el final de la relación se produzca por una falta de amor de alguno de los miembros, o por una infidelidad. Si algo está claro es que razones por las que puede finalizar una relación no faltan, al igual que las hay para iniciar una. Por eso no debemos permitir que errores que hayamos cometido en nuestro pasado amoroso, o heridas que nos hayan abierto otras personas, limite nuestro futuro.

Cuando llega el final de una relación se produce algo que conocemos como “duelo”. Normalmente esta palabra se suele asociar a la pérdida de un ser querido, a la muerte. Pero su significado sin embargo, va mucho más allá. Según la RAE, duelo se define como:

duelo2.

(Del lat. dŏlus, por dolor).

  1. m. Dolor, lástima, aflicción o sentimiento.
  2. m. Demostraciones que se hacen para manifestar el sentimiento que se tiene por la muerte de alguien.
  3. m. Reunión de parientes, amigos o invitados que asisten a la casa mortuoria, a la conducción del cadáver al cementerio, o a los funerales.
  4. m. Fatiga, trabajo. U. m. en pl.

En este caso, nos referimos a la primera definición, es decir, al dolor y aflicción que sentimos cuando somos conscientes de que aquella relación en la que tantos sentimientos, tiempo y emociones hemos vertido, ha llegado a su fin.

Pareja en el tren

Sin embargo, esto no quiere decir que nuestra vida amorosa haya finalizado para siempre. Esta idea es bastante frecuente en aquellas personas que acaban de pasar por una situación similar, donde se piensa que el amor ha terminado para nosotros, que no estamos hechos para tener pareja, que somos incapaces de fijarnos en personas que nos complementen adecuadamente (¿qué es adecuado?)… y mil ideas automáticas más. Pero al fin y al cabo, son solo eso, ideas irracionales que nos abordan por nuestra vulnerabilidad del momento.

Sin embargo, esto no quiere decir que nuestra vida amorosa haya finalizado para siempre. Esta idea es bastante frecuente en aquellas personas que acaban de pasar por una situación similar, donde se piensa que el amor ha terminado para nosotros, que no estamos hechos para tener pareja, que somos incapaces de fijarnos en personas que nos complementen adecuadamente (¿qué es adecuado?)… y mil ideas automáticas más. Pero al fin y al cabo, son solo eso, ideas irracionales que nos abordan por nuestra vulnerabilidad del momento.

Por eso, me he tomado la libertad de dejar aquí algunas recomendaciones para hacer más llevadera esta etapa:

– Deja de analizarlo todo continuamente: Vas a querer repasar una y otra vez todo aquello que has hecho mal, todos los errores que has podido cometer en la relación… o bien todo lo contrario, dándole mil vueltas a lo que la otra persona te ha hecho pasar y a lo mucho que te duele lo que te está haciendo. Por más que analicemos las causas, hay que saber diferenciar entre un análisis saludable y un sobreanálisis, donde ya estamos rumiando lo sucedido y no vamos a lograr sacar nada más en claro, excepto potenciar el sufrimiento.

– No le dediques más tiempo al pasado: No es fácil, pero mirar fotos antiguas o a analizar sus redes sociales o su foto de perfil de Whatsapp no te va a ayudar a pasar página. Solo te va a servir para fomentar a su vez el punto anterior, y es analizar por qué pone esa foto, o por qué tiene ese estado, o por qué en esa imagen hacíais tan buena pareja y ya no.

– Distráete: Sé que esto suena muy típico, pero funciona. Nos permite desconectar de nuestro cerebro hiper-pensante para darle paso a otras cosas y actividades. Relaciónate, dedícale tiempo a aquello que te ayude a relajarte y a desconectar, aprovecha para desarrollar más tus aficiones.

– Cuídate: Si bien puede sonar a otro tópico más, es un momento en el que nuestra autoestima se puede ver especialmente herida. Por ello, es importante cuidarnos a nosotros mismos, mimarnos y tratarnos como nos merecemos. Aliméntate bien, no descuides demasiado tus hábitos alimenticios, y en definitiva, tratar de mantener una apariencia que te resulte agradable, ya que esto retroalimenta a su vez nuestro estado de ánimo.

– Relaciónate con tu entorno: Haz planes con tus amigos, conocidos, familia y entorno en general. No es una norma que se cumpla siempre, pero a menudo cuando nos enfrascamos en una relación de pareja, sucede que abandonamos un poco este área de nuestra vida, o por lo menos, la reducimos en intensidad. Es un buen momento para retomar el contacto con aquellas personas importantes en tu vida y hacer planes compartidos que te motiven y te ilusionen.

Pide ayuda: Si aún así ves que el tiempo pasa y que no consigues superarlo por tu cuenta, que se te escapa de las manos, o que te genera demasiado malestar y no sabes cómo gestionarlo, no pierdas de vista la posibilidad de acudir a un psicólogo que te oriente en esta fase y te la haga lo más llevadera posible.

Todo esto son recomendaciones generales. Obviamente, no serán igual de útiles en todos los casos ya que cada pareja y cada ruptura es un mundo, y no tiene mucho sentido generalizar. Pero sí que son a groso modo unas pautas útiles para hacer esa ruptura y esa fase de desamor un poco más llevadera y liviana.

No he tenido en cuenta aquellas parejas que rompen y más adelante vuelven a estar juntos. Esto puede pasar. Es una opción. No voy a caer en clichés como “las segundas partes nunca fueron buenas” y esa larga lista de frases comunes ante este tipo de casos. Pero sí que me gustaría recalcar que hay que tener especial precaución en estas situaciones si no queremos retomar de nuevo todas las ilusiones, las metas y el futuro al lado de una persona que no nos transmite confianza, sino el miedo a que la relación en cualquier momento pueda volver a quebrarse de nuevo. Si retomamos esto, que sea concienzudamente y dentro de lo que cabe con las cosas del corazón, de la forma más racionalmente posible.

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